Gustaba tanto de los bolos Gustavo, que terminó convenciendo a su papá y luego a sus pequeños hermanos, Fernando y Gonzalo, para que lo practiquen, hoy los tres son unos “viciosos” al deporte y hasta tienen su propio equipo. Después encaminaría a la bolera a muchos amigos, entregando enseñanzas, antes de serlo y después llegando a la presidencia de la Asociación Provincial de Bolos, designado por el Comité Olímpico Ecuatoriano, por la entrega y beneficios que consiguió para los bolicheros del Guayas y del país.

Cuentan quienes lo vieron trabajar que Gustavo era un loco bueno, que soñaba con la masificación de los bolos, que este deporte sea practicado por estudiantes de colegios y universidades, por amigos de barrios, por cualquier persona común, incluso él se daba tiempo para enseñar a jugar a aquellos novatos que llegaban a la bolera.

“Gus” era el alma de los bolos… Cuando él llegaba a la bolera, el lugar se llenaba de vida. Era de los que quería el progreso de este deporte y buscaba las formas para conseguir auspicios que beneficien a la Asociación y por ende a los deportistas, les entregaba uniformes, los llevaba de viaje, hacía felices a todos.

Así era Gustavo Yépez Castillo, un joven dedicado y exitoso en todo lo que emprendía. Su experiencia para dirigir empresas, su inteligencia para manejar la dirigencia de los bolos, su carisma para hacer amigos y unir a los bolicheros del país, su don de gente, entre otros aspectos destacables, lo catapultaron en la dirigencia deportiva, aunque él lo que menos quiso en vida, es figurar. Por todo lo que ha sido y es, hoy lo extrañamos todos…